Imaginad que os encontráis en un cementerio y que entráis en un panteón o mausoleo que lleva siglos cerrado y sin recibir ninguna visita. Por otro lado, también sabéis que las cosas que están calientes van cediendo su calor a las que se encuentran más frías de manera que ambas llegan a tener la misma temperatura.
Conociendo esto, es lógico pensar que en nuestro panteón, después de siglos cerrado, el proceso de traspaso de calor se haya completado y, por lo tanto, al entrar todo debe encontrarse a la misma temperatura. No obstante, si tocamos una pieza de metal o una lápida de mármol, nuestra sensación será mucho más fría que si tocamos una prenda de algún difunto o un papel que encontremos en el suelo. ¿Por qué ocurre esto?